Me parece increíble lo rápido que evoluciona el mundo en general y lo avispadas que son algunas personas para generar negocios de debajo de las piedras.
Hace algún tiempo los bots eran la gran moda del fraude online. Los bots son un conjunto de robots informáticos que se ejecutan de manera autónoma y automática. El artífice de la botnet puede controlar todos los ordenadores infectados de forma remota.
Además de sus múltiples usos de robo de información, spams, virus, softwares espías y lanzamiento de ataques de denegación de servicio contra un objetivo específico, los bots también eran usados para generar clics fraudulentos. Después de un tiempo, se descubrió que una parte de los clics que se generaban online provenían de máquinas, con lo que se empezó a perseguir esta práctica y poco a poco han ido logrando dificultarles el trabajo.
El problema viene ahora con las clickfarms, ya que no son máquinas, sino que son personas. Sí, personas que navegan por las webs y reciben un sueldo según la cantidad de likes en redes sociales o los clics que generan en la publicidad online.
Me imagino que para un filtro automático tiene que ser extremadamente difícil detectar y filtrar este tráfico simulado, debido a que los visitantes tienen el mismo comportamiento online que un visitante legítimo real.
Hay dos tipos distintos de clickfarms: las que van directas a debilitar a la competencia, se dedican a hacer clic en los anuncios de la competencia para hacerles consumir la inversión sin resultados y las que van a fortalecer a determinadas marcas, se esfuerzan para que las marcas ganen notoriedad online, consiguiendo más likes en páginas y publicaciones de redes sociales y fomentando que estén presentes en toda conversación online.
Como comentan en un artículo del periódico Británico The Guardian, estos likes pagados pueden generar problemas reales y notorios a las compañías o a los consumidores. El 31% de los usuarios, antes de realizar cualquier compra, busca opiniones, comentarios, afinidad con la marca y la notoriedad de ésta en la red. Poniéndome a mí misma de ejemplo, me fiaría antes de una marca que tuviera muchos likes en Facebook o muchos seguidores en twitter de una que apenas tuviera representación. Y compraría antes en la que tiene más visibilidad en las redes. Supongo que nos genera más confianza el hecho de saber que hay mucha más gente que opina como tú, que le gusta esa marca y que ya ha comprado ahí. Pero, ¿y si supiéramos que esos likes son falsos?, ¿y si fuéramos conscientes de que se están pagando miserias a personas con pocos recursos para conseguir estos likes de manera fraudulenta?
Teniendo en cuenta lo importante que es hoy en día la imagen que proyectamos en las redes sociales, se deberían perseguir estos nuevos negocios fraudulentos que se aprovechan de la rápida evolución del mundo digital y de las personas con pocos recursos.
Para los curiosos que quieran saber más sobre las clickfarms, os dejo el artículo de The Guardian!
https://www.theguardian.com/technology/2013/aug/02/click-farms-appearance-online-popularity